viernes, 20 de marzo de 2015

Oración Cuaresma (Siembrame en Tú Corazón)

Siémbrame en Tú Corazón

Señor, mi Dios,
te quiero dar gracias por el regalo de la oración,
por el diálogo,
por este encuentro de amor y amistad sincero, personal,
en que me enseñas,
me haces sentirme en confianza contigo,
me haces sentirme muy amado,
elegido para permanecer en ti
y para dar fruto abundante y duradero.
En esta Cuaresma reaviva mi fe,
permaneciendo en TU amor,
en TU trato, en TU mirada,
viviendo de cara a TI.

Ésta Oración de Cuaresma que queremos compartir con vosotros, se encuentra entre dos fiestas importantes: San José, día del padre y del seminario, en el que a semejanza del padre de Jesús, se forman los sacerdotes / misioneros del futuro que, desprendiéndose de sí mismos, están a disposición de Cristo para lo que necesite, dando su vida para los otros. Y la entrada de Jesús en Jerusalén, momento de alegría y exaltación con el que comienza la Semana Santa, momento que es reflejo de las Palabras de Jesús, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.

Antes de leer la Palabra de Dios, queremos partir de dos reflexiones para entenderla:

- Estamos casi al final de la vida pública de Jesús y el Evangelio nos presenta a unos peregrinos que vienen a celebrar la Pascua, y le hacen una petición a Felipe: «Queremos ver a Jesús». Podemos aplicarnos a nosotros esta petición, cuantas veces nos acercamos a la Iglesia pidiendo ver a Jesús y no se hace por curiosidad sino porque hemos descubierto en Él "algo" importante, algo que nos ayuda a vivir nuestra vida de forma totalmente diferente. Nos cuentan los Misioneros que su labor no consiste en pregonar o gritar su Fe, sino en vivirla con los demás y sembrando la tierra con su vida y muchas veces con su sangre, para que nazca el árbol de la Fe (la Cruz).

Jesús será crucificado en pocos días y como hombre debe sentir preocupación, miedo, dolor, sufrimiento, etc. por ello contesta con unas palabras que quizás nos desconcierten, igual que desconcertó a aquellos hombres: «Llega la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre». Sabe que ha llegado su hora, que morirá, pero también tiene la certeza que todos veremos su glorificación en la Resurrección. Ellos no lo entendieron, pero y nosotros, ¿lo entendemos?

Cada año rememoramos en Semana Santa todo aquel acontecimiento, aquel dolor, aquel miedo, también su Resurrección, pero, ¿lo creemos o sólo lo vivimos como unas vacaciones, como un conjunto artístico en la calle pero sin más repercusión?

Si leemos con detenimiento el Evangelio, si nos paramos en cada palabra, en cada gesto, en cada signo que hace Jesús estamos descubriendo el amor más sublime, el más altruista: Dios a través de su Hijo, nos lo hace saber. Dios es AMOR.

-  Igualmente, como es habitual en Jesús, como hombre sencillo para comunicarse con los suyos, emplea un lenguaje fácil de entender. En esta ocasión los hace con metáforas de la vida cotidiana de un pueblo campesino como en este caso de la semilla del trigo. Los campesinos saben muy bien que al sembrar el grano en la buena tierra, este muere, pero como consecuencia de esto surge una nueva planta que crece y luego bien regada da muchos granos más, y su siembra resultaría un verdadero fracaso si el grano no muriera.

Es así, como no sirve un grano de trigo sin germinar, pero la germinación de Vida supone entrar él mismo en la muerte, con la muerte de Jesucristo y de los que estamos unidos a Él por la Fe y el Bautismo, nos convertimos en ese grano de trigo, que muere y de esa muerte nace Vida Nueva. Para seguir a Cristo, no podemos evitar la Cruz, si lo hiciéramos, estaríamos siendo como el grano sin germinar, para renacer a una nueva VIDA con la Resurrección.

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La Palabra cómo sustento de nuestra vida

Ahora una vez que hemos destacado los puntos importantes del Evangelio, oigámosla y llenemos nuestro corazón de la Palabra de Dios

Santo Evangelio según San Juan 12, 20-33

“Entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:

«Señor, queremos ver a Jesús».

Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.

Jesús les contestó:

«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí estará mi servidor: a quien me sirva, el Padre lo honrará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: “Padre, líbrame de esta hora”. Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».

Entonces vino una voz del cielo.

“Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”.

La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo:

 “Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe del mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”.

Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

PALABRA DE DIOS

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Reflexión:

¿Nuestra Fe en Cristo nos hace mejores padres, mejores compañeros, mejores amigos, mejores vecinos, etc.…?

¿Estoy dispuesto a “morir” a mis gustos, caprichos y preferencias para entregarme y servir a los demás?

Si nuestra Fe se hace Vida, ¿podremos dar fruto?

¿He sentido la ayuda de Dios durante la Cuaresma?

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Gesto

Ahora queremos compartir con vosotros el mensaje de Jesús en el Evangelio, viviéndolo en primera persona cada uno de nosotros, por lo que cada familia se llevará una semilla en un vaso, para demostrar que de la muerte renace la Vida, esa vida nueva que gracias a nuestros cuidados y nuestra dedicación (con la oración), surgirá llena de fuerza y sembrará nuevas semillas, que harán que el mensaje no se quede en la Cruz sino que renazca con la Resurrección, en una forma de vida que transmite Vida.
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¿Qué mandáis hacer de mí?

Hoy queremos compartir en esta oración, que el próximo 28 de marzo se cumplen los 500 años del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y queremos empezar con las palabras de sus encuentros con la Humanidad de Cristo, de la que era tan aficionada, donde nace un canto a la entrega de seguir al Señor:

«Veis aquí mi corazón,
yo lo pongo en vuestra palma:
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce Esposo y Redención
pues por vuestra me ofrecí.
¿Qué mandáis hacer de mí?».

Esta poesía en una profunda oración de Santa Teresa al Amor que le ha ganado. Y Santa Teresa se abandona a la voluntad de Dios. Y ese vivir la voluntad de Dios es lo que empuja a Santa Teresa en sus peregrinaciones. El gran deseo de Santa Teresa es hacer la voluntad de ese buen Dios.

Según nos dice el Papa Francisco, en su mensaje con motivo de éste Centenario:

“Santa Teresa fue misionera por los caminos de España. Su experiencia mística no la separó del mundo ni de las preocupaciones de la gente. Hoy Santa Teresa nos dice: Reza más para comprender bien lo que pasa a tu alrededor y así actuar mejor. La oración vence el pesimismo y genera buenas iniciativas. Algunas veces la Santa abrevia sus sabrosas cartas diciendo: “Estamos de camino”, como expresión de la urgencia por continuar hasta el fin con la tarea comenzada.

¡Ojalá contagie a todos esta Santa prisa a recorrer los caminos de nuestro propio tiempo, con el Evangelio en la mano y el Espíritu en el corazón!”

Santa Teresa lo logra, por eso hoy le pedimos a Dios con nuestras oraciones, que encontremos en tantos Sacerdotes, Misioneros y Religiosas esas palabras y vidas de entrega a los demás, nacidas de la Palabra, nacidas de la experiencia de hacer camino, para que todos nosotros seamos peregrinos y misioneros de una IGLESIA VIVA. 

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LA ORACIÓN DE LA SEMILLA

He visto una semilla Señor,
que ha caído en la vereda del camino.
Tú la creaste.
¿Qué hace allí?

Espera la tierra fértil,
La lluvia del invierno
La brisa del verano.

Si no los encuentra,
¿dónde podrá germinar?

Un niño pasa cerca, pero no la ve.

El viento la mueve a su gusto,
de un lado a otro.

Debe germinar, y crecer
y dar frutos. Para eso la creaste.

Soy como esa semilla Señor.

El viento me lleva de un lado a otro
y aún no vivo, según tu voluntad.

Siémbrame en tu Corazón,
para que pueda germinar
y dar frutos para ti.

Señor yo también quiero germinar y crecer.
Quisiera hacer tantas cosas y no puedo.

Reconozco mi inutilidad.
Sin ti, ¿qué puedo hacer?

Tú lo has dicho: “Sin mí no pueden nada”.
Y yo, sin ti, nada puedo.

Soy una semilla Señor.
Siémbrame en tu Corazón,
para que pueda germinar
y dar frutos.

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