lunes, 6 de marzo de 2017

CARTA A DIOS


Querido Dios: ¿Cómo estás? 

Espero que al recibir la presente goces de la infinita bondad de tu corte celestial y que las tres personas de tu majestad sigan con la misma comunión de siempre. 

Yo me encuentro bien, cuidando a mi padre, y pendiente también de la misión de Torodí, que hemos comenzado en Níger. Otro día te hablaré de ella.
Hoy quería decirte que me ha gustado mucho el Evangelio del próximo domingo. 

En él nos cuentas que Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, que subió con ellos aparte a un monte alto, que se transfiguró, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. 

De repente se les aparecieron Elías y Moisés que conversaban con Jesús. Pedro quedó tan maravillado que quería hacer tres tiendas, una para Jesús y dos para los que con él hablaban. Pero entonces enviaste una nube luminosa que los cubrió con su sombra y desde la nube resonó con nitidez tu voz que decía: 

Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo”. 

Después los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Entonces Jesús se acercó a ellos y tocándoles, les dijo: 

Levantaos, no temáis”.

Más o menos esto es lo que nos cuentas en el evangelio. Gracias.

Me quedo con el mensaje que nos envías desde la nube, que éste (Jesús), que acoge a los excluidos, a los pecadores, a los mal vistos, que come con ellos, que cura a los enfermos, que anuncia tu reino ocupando los últimos puestos, que no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida por todos, éste Jesús y no otro, con este estilo de vida, humilde, sencillo, discreto, austero, es tu Hijo amado en quien te complaces. 

Y después nos dices que lo escuchemos. He de confesarte que en este mundo tu Hijo no es escuchado precisamente, ni es muy tenida en cuenta su palabra, y así nos va. Comprendo que la clave para que las cosas cambien, es justamente que escuchemos a Jesús, que nos tomemos en serio su palabra, que intentemos vivir con coherencia el Evangelio.

Pues eso es lo que quiero pedirte en esta carta, querido Dios, que sepa escuchar a tu Hijo, para que mi corazón cambie, que sepamos todos escuchar a tu Hijo, para que todos los corazones cambien, y también el mundo poco a poco, que buena falta nos hace.

No abuso más de tu tiempo, aunque en tu eternidad estos párrafos míos no son nada y lo son todo, que así lo dicta tu infinita sabiduría. 

Ya me despido por hoy, no sin decirte que te quiero mucho, que confío en tu fuerza, la de tu Espíritu, para que me tome más en serio tu palabra y no deje de caminar sin ella.

Tu hijo que te ama, fraterno siempre, 

Paco Bautista, sma.



Paco Bautista
Misionero SMA

SOCIEDAD DE MISIONES AFRICANAS
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