martes, 12 de abril de 2016

Jornada que ayuda a las vocaciones en los Territorios de Misión


Te mira..." Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva del Señor. Conversión y vocación —dos caras de una sola moneda— se implican mutuamente a lo largo de la vida del discípulo misionero. La mirada de Jesús, con toda su fuerza de amor, genera una actividad misionera, de servicio, de entrega.

... con pasión" Pasión capaz de vencer la indiferencia y el individualismo. Dejemos que la mirada de Jesús recorra nuestras calles y nos devuelva la alegría, la esperanza, el gozo de la vida: “Nada en Él es falto de compasión” (MV 8).

“TE MIRA CON PASIÓN" 

JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES Y VOCACIONES NATIVAS

Este día en el que se celebran estas dos jornadas vocacionales es una oportunidad para que nuestras Iglesias asuman el compromiso de ser seno materno para las vocaciones, como don del Espíritu Santo.

El lema está inspirado en la vocación de Mateo, muestra que las vocaciones son los “Mateos” de nuestro tiempo. La pasión con que Cristo mira mueve al joven a entregarse y tener así compasión con los demás. La vocación, por lo tanto, tiene dos movimientos: La mirada amorosa de Cristo, que enamora al joven, y le invita a dar un sí para toda la vida (“Te mira con pasión”) y ese sí conlleva una entrega a los demás, como un amor misericordioso (“compasión”).



MONICIÓN DE ENTRADA

Hoy celebramos el cuarto domingo de Pascua. Jesús resucitado se presenta hoy como el Buen Pastor que conduce el rebaño a los pastos de vida eterna. La imagen nos ayuda a vivir la Jornada de Oración por las Vocaciones y la Jornada de Vocaciones Nativas, que celebramos conjuntamente bajo el lema “Te mira con pasión”.

En el Año de la Misericordia, tenemos muy presente esa mirada de Cristo, que es capaz de cambiar la vida de quien la acoge. Orando hoy intensamente por las vocaciones de especial consagración y también por las vocaciones nativas de los países de misión, celebremos esta Eucaristía, verdadero pastor y torrente de agua viva al que el Señor, Buen Pastor, nos conduce.

Como dice el Papa en su Mensaje para esta Jornada: “La acción misericordiosa del Señor perdona nuestros pecados y nos abre a la vida nueva que se concreta en la llamada al seguimiento y a la misión. Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús. Conversión y vocación son como las dos caras de una sola moneda y se implican mutuamente a lo largo de la vida del discípulo misionero”.


ORACIÓN DE LOS FIELES
  • Por la Iglesia, para que, sintiéndose discípula del Señor resucitado, sepa escuchar su Palabra de vida. Oremos.
  • Por el Santo Padre el papa Francisco, a quien el Señor ha puesto al frente de su rebaño, para que viva su ministerio con la ayuda de nuestras oraciones y así nos confirme en la Fe que hemos recibido. Oremos.
  • Por todos los cristianos, para que sepamos reconocer cada uno nuestra propia vocación y para que con la oración y el testimonio de todas las Hermanas y Sacerdotes de nuestra Comunidad, puedan surgir en nuestras comunidades nuevas vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa. Oremos.
  • Por los jóvenes a quienes el Señor llama a una vida de especial entrega, para que respondan sin miedo a su llamada, ayudados por nuestras oraciones y nuestro testimonio, para colaborar en ser los nuevos misioneros del mensaje de Amor de Cristo resucitado. Oremos.
  • Por las Hermanas y sacerdotes de nuestra comunidad, para que el Señor resucitado les siga dando fuerzas para compartir con todos nosotros, su vida de entrega a los demás. Oremos.
  • Por las Iglesias en territorios de misión, para que sepan transmitir la mirada compasiva y de Amor de Jesús a los jóvenes y surjan abundantes vocaciones que consoliden las comunidades cristianas. Oremos.
  • Por nuestra comunidad, para que, mirando al Señor resucitado, que ofrece su vida por nosotros, pueda dar abundantes frutos de bondad, amor y servicio. Oremos.

ORACIÓN FINAL

Jesús: 
Tienes algo especial. 
Lo sé desde que te conocí desde pequeño.

Lo veo en las personas que lo han dejado todo
y te han seguido.

Me impresiona su felicidad 
y la generosidad con que se entregan.

Y esto sólo puede ser posible porque los amas mucho,
los atraes al amor tan especial que Tú das…

Quiero amarte como ellos,
y repartir amor a manos llenas
sobre todo a los más necesitados de él.

Como a Pedro, Andrés, Santiago y Juan,
y a tantos hombres y mujeres en la Historia,
llámame también a mí, 
pronuncia mi nombre
y dame fuerzas para dejarlo todo.

Ayúdame a hacer de Ti el centro de mi vida.




TE MIRA CON PASIÓN


Hay algo de misterioso en la mirada. Ella nos pone, sin palabras, en contacto con los hermanos y transmite el sentimiento hacia el otro: ternura, cariño, deseo, desprecio, ira, enfado... Recordar las miradas de Jesús y el intercambio con los discípulos en Jn 1,35-42 es toda una lectura del interior de los protagonistas. El primero, el Bautista, que dirige a Jesús una mirada de confianza y alegría: “Este es el Cordero de Dios”, asumiendo su papel en la historia de la salvación. Los discípulos se acercan entre admirados y perplejos. Jesús los mira y les pregunta: “¿Qué buscáis?”. “Rabí, ¿dónde vives?”. Y se quedan todo el día con Él, contemplando. Esa mirada lleva implícita una llamada a la conversión y a la misión. Así lo señala el papa Francisco en su Mensaje para esta Jornada:


La acción misericordiosa del Señor perdona nuestros pecados y nos abre a la vida nueva que se concreta en la llamada al seguimiento y a la misión. Toda vocación en la Iglesia tiene su origen en la mirada compasiva de Jesús. Conversión y vocación son como las dos caras de una sola moneda y se implican mutuamente a lo largo de la vida del discípulo misionero”.