viernes, 26 de febrero de 2016

Oración Cuaresma


Comenzamos invocando al Espíritu,
el Maestro interior que nos abre los ojos y nos enseña cómo hemos de vivir.

El SEÑOR ES COMPASIVO Y MISERICORDIOSO

Jesús sigue hablando y preparando el Reino de Dios pero, para ello, necesita que las personas cambiemos, que seamos capaces de cambiar nuestra actitud y forma de vida para crear un mundo mejor.

Ha pasado mucho tiempo y lo hombres no despertamos, no tomamos conciencia de que tenemos que instaurar la paz, el amor y la justicia porque este es el estado normal de la humanidad, pero el odio y los egoísmos no nos dejan ver la  luz, y esto impide  que cambiemos.

Por ello el evangelista nos ilustra hoy con una parábola que utilizó Jesús para hacer más comprensible su mensaje. Nos compara con una higuera que no da el esperado fruto. Esto lleva al dueño de la viña a decidir cortarla, pero su cuidador pide al dueño que le deje más tiempo, que él la cuida, la quiere, la protege y seguirá abonándola para intentar que por fin dé fruto.

Esa higuera somos nosotros, nos decimos seguidores pero nuestro fruto no llega nunca, queremos cambiar a los demás en lugar de cambiarnos nosotros.  Jesús nos nutre cada día con su Palabra, su ejemplo de vida, pero nosotros seguimos prefiriendo vivir de espaldas a Él, cumplir con la Eucaristía como rito antes que abrir nuestro corazón y, como el barro en manos del alfarero, dejarnos amasar.


Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró

Del santo Evangelio según San Lucas 13, 1-9

En aquel tiempo llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?" Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, las cortas."

Ahora planteamos un tiempo de silencio en que compartimos con Jesús su Palabra y tratamos de respondernos las siguientes preguntas.

El pueblo de Dios es la viña de Dios. Yo soy un pedazo de esta viña. Me aplico la parábola de la viña. ¿Qué conclusiones saco?                           SILENCIO

• No hay excusas, la lección de la parábola es clara. Cuando el Creador viene a buscar frutos, es porque es tiempo de que haya frutos. No se trata de aparentar o verse bien, sino haber producido los frutos de acuerdo al plan de Dios. ¿Qué hacemos para dar fruto?                                                       SILENCIO

• ¿Qué hago con las noticias que recibo? ¿Trato de tener una opinión crítica o sigo la opinión de la mayoría y de los medios de comunicación?   SILENCIO

Una vez interiorizado la Palabra de Dios, os queremos plantear la meditación que realiza el Papa Francisco

No es fácil entender este comportamiento de la misericordia, porque estamos acostumbrados a juzgar: no somos personas que dan espontáneamente un poco de espacio a la comprensión y también a la misericordia.

Para ser misericordiosos son necesarias dos actitudes. La primera es el conocimiento de sí mismos: saber que hemos hecho muchas cosas malas: ¡somos pecadores! Y frente al arrepentimiento, la justicia de Dios... se transforma en misericordia y perdón. Pero es necesario avergonzarse de los pecados. Es verdad, ninguno de nosotros ha matado a nadie, pero hay muchas cosas pequeñas, muchos pecados cotidianos, de todos los días…

Y, en segundo lugar, cuando uno piensa: "¡Pero qué corazón tan pequeño: ¡He hecho esto contra el Señor!" ¡Y se avergüenza! Avergonzarse ante Dios y esta vergüenza es una gracia: es la gracia de ser pecadores. "Soy pecador y me avergüenzo ante Ti y te pido perdón". Es sencillo, pero es tan difícil decir: "He pecado".

SILENCIO (CANCIÓN)

Para finalizar queremos dar gracias

Jesús, gracias por darme la oportunidad de mejorar, de servirte, de amarte. Dame tu gracia para luchar cada día por dar fruto.

Gracias, Jesús, por interceder por nosotros y darnos otra oportunidad para que, con la gracia de la Eucaristía, pueda rectificar lo que deba cambiar en mi vida y aspirar a morir a mi propia comodidad para dar fruto.

Bendición a Jesús, vid verdadera


Te bendecimos a Ti, Jesús,
vid verdadera plantada en nuestra tierra,
cuidada y amada por el Padre,
fecunda en el Espíritu
hasta dar el fruto esperado
del Amor que se entrega hasta el extremo.

En Ti queremos permanecer
para dar frutos
de alegría, paz, justicia y compasión.

Te bendecimos a Ti, Jesús,
vid verdadera a la que estamos unidos
como sarmientos que participan
de su savia buena.

En ti queremos permanecer
para dar frutos
de misericordia, reconciliación y perdón.

Te bendecimos a Ti, Jesús,
el Hijo del Sí sin arrepentimiento,
el Amén de todas las promesas de Dios,
cuyo alimento es hacer la voluntad del Padre.

En Ti queremos permanecer
para poder decir,
con los labios y con la vida:
“Quiero lo que Tú quieres,
sin preguntarme si puedo,
sin preguntarme si lo quiero,
sin preguntarme si lo deseo”.


 




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