lunes, 13 de febrero de 2017

Un cuento ... LA SABIDURÍA DEL PEQUEÑO


CUENTO: LA SABIDURÍA DEL PEQUEÑO

Un anciano del norte de Benín, de Buka, reunió a sus tres hijos para comunicarles que estaba próximo su encuentro con los antepasados y que aquél que le sirviese el plato más sabroso recibiría su bendición y se convertiría en el nuevo jefe del clan.

Sus tres hijos se pusieron a cavilar. 

El mayor, Worou, buscó los mejores ñames que pudo encontrar en su campo. Él mismo los piló, obteniendo un delicioso sokurú, que así se conoce el ñame majado en lengua baribá. Aderezó una salsa exquisita con ingredientes que su anciana madre le procuró como los preferidos de su esposo, y mató al mejor gallo que correteaba por el patio familiar. El padre reconoció que difícilmente llegaría a comer algo tan sabroso. Worou se dio por satisfecho.

El segundo hijo, Sabí, lo tenía complicado, y lo sabía. Pero acudió a su amigo íntimo para que lo sacase del entuerto y lo ayudase a salir victorioso de la prueba. Éste le aconsejó: "Dale a beber esta droga a tu padre antes de que se acueste. Luego le preguntas su comida predilecta y en sueños él te la revelará".

Y así lo hizo. Cuando le preguntó al padre por su alimento preferido éste le confesó que un guiso con carne de antílope era un manjar insuperable. Al día siguiente Sabí se fue de caza a la selva y obtuvo el preciado animal con la sola ayuda de su arco y sus flechas. Cuando lo introdujo a hombros al atardecer en la casa paterna, causó gran asombro y un murmullo de admiración difícil de contener. El padre comió con tanto apetito que repitió varias veces. Todos dieron por hecho que Sabí sería el ganador.

Pero quedaba el hijo más pequeño, Bio. Éste estuvo toda la noche cavilando, sin pegar ojo.

Hacía algunos años que su padre no se hablaba con su hermano menor. La culpa era del benjamín, del tío de Bio, que por un problema de lindes en el campo familiar dejó de dirigirle la palabra, a pesar de que el hermano mayor accedió a darle la razón en un litigio en el que no la tenía, y no le guardó por ello rencor alguno. Pero le dolía aquella enemistad con su hermano pequeño como una molesta espina clavada en el pié, y su vientre no estaba completamente sereno.

Bio se presentó en casa de su tío y habló largo y tendido con él, con palabras sabias, equilibradas, persuasivas. Consiguió su propósito, mediar para que el hermano pequeño aceptase la reconciliación con su hermano mayor antes de su muerte. 

Así lo haré, sobrino - le dijo -, no quiero quedarme con ese cargo de conciencia. Gracias por haber venido esta noche a verme, y por sacarme del error en el que estaba.

Dicho y hecho. 

Los hermanos se abrazaron largamente y emocionados en mitad del patio. Los familiares no daban crédito a la resolución de un conflicto que a todos avergonzaba desde hacía años. 

No hay comida más sabrosa al estómago que la que acabo de degustar. Ahora puedo marchar en paz, concluyó el anciano”.

Después, dirigiéndose a su hijo pequeño le dijo:

"Está claro que eres merecedor de la bendición y de ser jefe del clan, pues tu plato ha sido, con diferencia, el que ha procurado mayor paz a este pobre anciano decrépito y cansado, próximo ya a su muerte".

Ante la sorpresa de propios y extraños, Bio declinó ser jefe del clan en favor de su tío. 

Todos apreciaron su humildad y el anciano padre se emocionó con lágrimas sinceras al comprobar nuevamente la sabiduría de su hijo, que renunció a su legítimo derecho por preservar la unidad con sus hermanos y evitar los celos siempre dañinos y perturbadores. Su decisión no sólo fue correcta, también fue aceptada.

Y hasta aquí llega mi cuento. 

Que cada cual saque la conclusión que crea oportuna. 

Yo quiero enlazarlo con unas palabras que Jesús nos dirige hoy en su evangelio y que tanto nos cuesta practicar a los que nos decimos sus seguidores:

Habéis oído que se dijo: amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro padre celestial, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.

Desde Vélez de Benaudalla, fraterno, Paco Bautista, sma

Paco Bautista
Misionero SMA
SOCIEDAD DE MISIONES AFRICANAS
C/ Asura, 34 28043 Madrid
Tel: 91 300 00 41
E-mail: sma@misionesafricanas.org


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